3 Juegos Caseros para Desarrollar el Control de Impulsos en Niños

El control de impulsos es una de las habilidades más importantes que los niños deben desarrollar en sus primeros años. Está directamente relacionado con la capacidad de esperar, pensar antes de actuar, manejar la frustración y responder adecuadamente en situaciones sociales o emocionales.

Muchos niños tienen dificultades para regular sus impulsos, y eso puede manifestarse en comportamientos como interrumpir constantemente, reaccionar con enojo, moverse sin parar o actuar sin pensar. La buena noticia es que esta habilidad se puede entrenar, y no solo en una consulta terapéutica: también se puede fomentar desde casa, a través del juego.

A continuación, te presentamos 3 juegos caseros simples, entretenidos y validados por psicólogos infantiles y terapeutas ocupacionales, ideales para desarrollar el control de impulsos mientras los niños se divierten.


1. Juego: Haz lo Opuesto

¿Cómo se juega?

Antes de comenzar, acuerda con el niño qué acciones tendrán su «opuesto». Por ejemplo:

  • Si digo “párate” → tú te sientas
  • Si digo “aplaude” → tú cruzas los brazos
  • Si digo “corre” → tú caminas lento

Luego, comienzas a dar instrucciones de manera cada vez más rápida y variada. El niño debe hacer siempre lo contrario a lo que tú dices. Para hacerlo más desafiante, pueden invertir el juego a mitad de camino o incluir órdenes nuevas.

¿Qué habilidades desarrolla?

Este juego es una herramienta potente para trabajar la inhibición de la respuesta automática. El niño debe frenar su impulso inicial y pensar antes de actuar, lo que activa áreas del cerebro relacionadas con el autocontrol y la flexibilidad cognitiva. Este tipo de actividades se relacionan con ejercicios conocidos en neuropsicología, como el Stroop Test, y forman parte de intervenciones en niños con TDAH o dificultades de autorregulación.


2. Juego: No digas “sí” ni “no”

¿Cómo se juega?

Hazle preguntas rápidas al niño, pero hay una regla: no puede responder usando las palabras “sí” ni “no”.

Por ejemplo:
— “¿Te gusta el helado?”
— Respuesta válida: “¡Me encanta!”
— Incorrecta: “Sí”

Puedes hacerlo tipo concurso con tiempo, en formato uno a uno o en grupo, donde quien diga “sí” o “no” queda eliminado.

¿Qué habilidades desarrolla?

Este juego estimula el control verbal y la atención, ya que el niño debe detenerse a pensar en cómo responder sin caer en lo automático. Además, pone en juego la tolerancia a la frustración, porque a medida que el juego avanza, la tentación de equivocarse crece. Aunque tiene un enfoque más lúdico, se alinea con técnicas utilizadas en terapia cognitivo-conductual para el entrenamiento de funciones ejecutivas como la flexibilidad cognitiva y la autorregulación.


3. Juego: Simón Dice… ¡confuso!

¿Cómo se juega?

La versión clásica del juego “Simón Dice” consiste en que los niños deben obedecer solo las instrucciones que empiecen con “Simón dice…”. Pero en esta variante, se agrega un desafío: tú dices una cosa, pero haces otra. El niño debe hacer únicamente lo que escucha, no lo que ve.

Ejemplo:
Dices: “Simón dice: toca tu cabeza”
Pero levantas los brazos.
El niño debe tocar su cabeza, ignorando lo que tú estás haciendo.

¿Qué habilidades desarrolla?

Este juego entrena la atención selectiva, la inhibición motora y la memoria de trabajo, ya que el niño debe mantener la regla activa en su mente mientras filtra estímulos contradictorios (lo que ve vs. lo que oye). Esta dinámica es comparable a lo que se trabaja en pruebas como el Flanker Test en neuropsicología, y es utilizada frecuentemente en terapia ocupacional para mejorar la planificación motora y la regulación sensorial.


¿Por qué jugar es tan efectivo?

El juego no solo es la forma natural en que los niños aprenden, sino que también es la vía más efectiva para desarrollar habilidades complejas como el autocontrol. Según múltiples investigaciones, el entrenamiento en funciones ejecutivas a través del juego tiene impacto directo en el desempeño escolar, las relaciones interpersonales y la salud mental a largo plazo.

Y lo mejor es que estos juegos:

  • No requieren materiales especiales
  • Son adaptables según la edad
  • Se pueden jugar en casa, en el aula o en contextos terapéuticos
  • Permiten al niño equivocarse, reír y volver a intentarlo

En resumen

Estos tres juegos —Haz lo Opuesto, No digas “sí” ni “no” y Simón Dice Confuso— son herramientas simples y efectivas para trabajar el control de impulsos de forma entretenida. Todos están basados en prácticas reales utilizadas por psicólogos infantiles y terapeutas ocupacionales, y pueden ser un excelente complemento para lo que ya se está trabajando en terapia o colegio.

Si tu hijo actúa sin pensar, se frustra fácilmente o tiene dificultad para esperar su turno, no necesitas castigos ni sermones: necesita práctica… y mejor si es jugando.

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